Son diversos los motivos por los que una persona adulta decide acudir a psicoterapia.  Pero a menudo es una situación de malestar o sufrimiento, ya sea psíquico o físico, lo que nos lleva a pedir ayuda profesional.  A veces el sufrimiento nos lo crea  una causa que tenemos identifica, la pérdida de un ser querido,  una enfermedad, una separación, problemas relacionales, o cambios vitales en la vida. Entonces la persona demandante de ayuda tiene claro por dónde van sus dificultades aparentes.

Pero otras veces las personas acuden a psicoterapia con ciertos malestares, inseguridades, angustias o miedos, que no tienen causa aparente. No saben identificar cual es el motivo que les hace sentir tan mal. En estos casos, el proceso se centrará en identificar las causas de dicho malestar a la vez que busca recursos necesarios para hacerle frente.

El éxito de la psicoterapia depende de varios factores, pero sin duda el más importante reside en la relación que se establece entre la psicoterapeuta y el/ la paciente. Ambas personas han de crear conjuntamente un espacio de seguridad, confianza, respeto y compromiso

Desde este espacio me gusta entender la psicoterapia como un proceso que amplía el autoconocimiento, y ayuda a desarrollar o fortalecer ciertas competencias y recursos. Todo ello repercute positivamente en la autoimagen y la autoestima, en la manera de relacionarte contigo y con el resto de personas, lo cual ayuda a  transformar de manera significativa tu vida.