Para la explicación de la siguiente entrada me voy a basar en la idea principal que nos aportó Paul MacLean, sobre el CEREBRO TRIUNO, y Daniel Siegel en el CEREBRO del NIÑO.
Nacemos con unas pocas conexiones neuronales, las suficientes para que nos ayuden a sobrevivir. Cuando nacemos nuestro cerebro trabaja como cualquier otro cerebro mamífero. Tenemos las suficientes conexiones como para sentir la necesidad de alimento, de afecto o seguridad y poder transmitírselo a nuestras personas referentes. Y así nuestras figuras de apego podrán satisfacer nuestras necesidades.
En la figura de encima aparece el CEREBRO TRIUNO. Como se ve el cerebro está dividido en tres partes.
La primera a nivel evolutivo es el Cerebro reptilíco, que se sitúa en el TRONCO DEL ENCEFALO. Esa parte del cerebro es la que compartimos con el resto de animales. Es la parte instintiva que nos impulsa a la supervivencia. Si hubiese un incendio, todos los animales de forma instintiva saldríamos corriendo, alejándonos del fuego, con el único objetivo de sobrevivir. Ese impulso se crea en esta área más primitiva.
La segunda parte se llama Cerebro Mamífero, situada en el Sistema Límbico, en la amígdala. Gracias a esta área cerebral podemos sentir las emociones, y transmitir al mundo lo que sentimos. Su nombre hace referencia a nuestra similitud con todos los mamíferos, ya que somos los únicos animales con este sistema. Al resto de animales les basta con el primer cerebro para sobrevivir.
Volviendo al principio del artículo, al nacer nos es suficiente con estos dos primeros cerebros, ya que gracias a ellos sobrevivimos y transmitimos a nuestras figuras de apego lo que necesitamos.
Una vez que vamos creciendo, nuestras redes neuronales y nuestras conexiones se van ampliando, desarrollando a su vez el tercer cerebro, El Cerebro Humano, Neocortex o Corteza Cerebral. Esta parte del cerebro es la que nos diferencia con el resto de animales, es lo que nos hace humanos. Gracias al Neocortex, pensamos, reflexionamos, hablamos, compartimos lo que nos sucede, utilizamos la lógica. Es decir desarrollamos toda la función cognitiva. Pero como es evidente, al nacer no disponemos de ella, si no que poco a poco se va desarrollando.
Para los dos años más o menos comenzamos a hablar, y empezamos a entender algunas de las cosas que suceden a nuestro alrededor, pedimos explicaciones sobre lo que no entendemos “¿Qué es eso? O ¿Qué ha pasado?”. Y a través de esta curiosidad vamos desarrollando el cerebro humano.
¿Qué ocurre si en esta etapa no dispongo de adultos que me enseñen como es el mundo y me den significado a mí día a día? Evidentemente para que este área se desarrolle de forma adecuada necesitamos de las personas adultas para que nos orienten y nos muestren el lugar en el que vivimos, que nos den significado y pautas para adaptarnos. Y así nuestra corteza cerebral o cerebro humano se desarrollara adecuadamente.
A pesar de que a nivel evolutivo para la edad adulta dispongamos de los tres cerebros, en ocasiones nos encontraremos desintegrados. Es decir, cuando un adulto pierde los papeles ante cierta situación o por el contrario vive totalmente desconectado de sus emociones, todo ello tendrá que ver con el funcionamiento desintegrado de su mente, de su cerebro. Pero todo esto lo trataremos con más profundidad en otra ocasión.
Si te interesa seguir ahondando en estos temas lee la siguiente entrada.
La importancia de los límites en la educación afectiva de nuestras criaturas. ¿Cómo se hace de forma adecuada?
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