La parternidad. Un viaje para dos.
Después de largos 9 meses esperando a que esa criatura vaya creciendo dentro de tu ser, o de tu compañera, por fin llega el día esperado, cuando le ponemos cara, le tocamos, le olemos, cuando por fin esta con nosotras/os.
Y empieza una nueva etapa en la vida de toda la familia, y de cada componente.
La realidad es que ser madre o padre, sobre todo la primera vez, es uno de los cambios más radicales en la vida de una persona. Y como cabe esperar, como todo cambio, no es tarea fácil.
Lo primero dejas de ser tú, con tu propia identidad, para convertirte en madre o padre. ¿Cómose cría y se educa de forma adecuada a una criatura? Y aquí empiezan muchas veces los conflictos en la pareja.
Cada uno de los componentes de la pareja tiene su historia, su propia vida. A cada una nos educan y nos transmiten ciertos valores. Y puede que cuando éramos pareja, nos entendiésemos y conectásemos de forma ideal. Pero ahora de pronto, todo se complica.
Vivimos en una sociedad totalmente condicionada por el género, donde niños y niñas para la edad de los 2 años, saben cómo se tienen que comportar según el sexo al que pertenecen. Y aunque cada vez hay familias más concienciadas con ello, la propia sociedad, los dibujos animados, los cuentos, todo influye para que se creen valores e identidades totalmente diferenciadas para chicas y chicos.
Explico todo esto, porque desde los dos años en adelante, cada una/o de nosotras/os tomamos estos roles como propios. Y cuando llega la maternidad o paternidad, habitualmente estos roles se instauran aun más fuerte a través del cuidado.
Es habitual que desde el nacimiento, sea la madre quien tome el papel más activo en la crianza y el cuidado de la criatura. Ella da el pecho o el biberón, se despierta por la noche, habla con los pediatras, se preocupa de que ropa ponerle… La madre se siente agotada, y el padre muchas veces se queda en un segundo plano. A veces cómodo, pero otras veces con una sensación de estar desplazado y no tenido en cuenta. Muchos manifiestan que las mujeres se
olvidan de ellos, que ya no hay lugar para la pareja. Aquí es donde los roles de género vuelven a cobrar una fuerza increíble.
Es cierto que hay familias que rompen con estos roles, y son capaces de hacer una crianza más compartida. Pero por desgracia todavía son pocas las familias que pueden dar un paso distinto en este aspecto.
En toda esta nueva dinámica familiar es donde se crea el conflicto. Por ese motivo, me gustaría que hombres y mujeres pudiésemos hacer una reflexión sobre todo lo que voy narrando, para quizás poco a poco poder ir modificando la dinámica relacional. Habitualmente cuando hablo sobre este tema con mujeres, ellas hablan del machismo, de
cómo ellos no se preocupan ni la mitad, de cómo ellas son las sacrificadas en toda esta historia, etc. Y en parte tienen razón, pero queda otra parte. Es cierto que nosotras, las
mujeres, estamos educadas para hacernos cargo de casi todo el cuidado, para ser unas sacrificadas, para olvidarnos de nosotras mismas, de la pareja, de casi todo, por el cuidado de las criaturas. Y es cierto que ellos, los hombres, a veces se aprovechan de ello y son capaces de disfrutar y atender sus necesidades sin problema.
Pero la responsabilidad no es solo de ellos, la responsabilidad para que esta dinámica cambie y
mejore es de ambos, de HOMBRES, pero también de las MUJERES.
Cuando hablamos del machismo, estaría bien poder ver más allá, y no solo culparles a ellos de machistas, si no que nosotras mismas estamos también totalmente condicionadas por esta cultura patriarcal. A veces a nosotras nos cuesta dar un paso a tras, y delegar el cuidado en nuestro compañero. Nos justificamos diciendo que no lo va a hacer bien, o que total ya que estás lo haces tú. Pero esta justificación se convierte en nuestra propia trampa.
Dejamos todo, empezando por nuestro propio cuidado, por cuidar de la criatura.
Pero para que las mujeres podamos dar este paso hacia atrás, necesitamos si o si de la implicación de los hombres. Por mucha que las mujeres empecemos a darnos cuenta de la trampa en la que vivimos, si los hombres no toman otra actitud de “querer cuidar” y los que no saben, de “querer aprender a cuidar”, será imposible hacer el cambio. Las criaturas, y más durante los primeros años de vida, necesitan de un cuidado y una atención absoluta. Por lo
que, si las madres decidimos empezar a cuidarnos y mirar más allá, necesitamos que el padre tome un papel más activo en la crianza.
De esta manera, para que los cuidados sean compartidos, y poco a poco podamos construir una sociedad más igualitaria, todo empieza por tomar conciencia, e ir cambiando nuestros propios hábitos. Para ello Hombres y Mujeres tenemos que implicarnos en el cambio.
Y una vez esto suceda, tendremos que aprender a lidiar con las diferencias y los conflictos que surgen en la pareja. Por que cuando madre y padre educan, y se implican, entonces empiezan otros conflictos, por cual es la manera o con qué valores le queremos educar a nuestra criatura.
Pero de esto lo pensaremos en otra ocasión.
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